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LAS ARENGAS DE ISIDREZ

Una noche

Era una noche cálida y clara, las estrellas se mostraban orgullosas en el cielo y la luna le daba un color especial. Miraba al infinito a través del ventanal y disfrutaba del sonido de la noche.

Volví al salón y en la oscuridad se vislumbraba la luz del televisor encendido, emitiendo publirreportajes de la teletienda, de esos en los que Bob le cuenta a Joe las maravillas del nuevo cortapelo de nariz o como puede adelgazar con una máquina llena de cables. Ella estaba dormida en el sofá, su negro cabello caía por su cara de una forma descuidadamente hermosa. Su rostro esbozaba una dulce sonrisa de felicidad que traslucía la placidez de su sueño. Me preguntaba qué soñaría, qué imágenes estarían pasando ahora por su mente. ¿Estaría soñando conmigo? ¿Se acordaría y me lo contaría o por el contrario no recordaría nada al despertar como era habitual? Todo un delicioso misterio el que entrañaba su imagen.

El día había sido duro, el trabajo la había agotado y estaba cansada. Sólo por estar un rato más conmigo no se había ido a la cama a pesar del sueño que le invadía, pero, al final, Morfeo hizo de sus dominios el sofá en el que ella dormía. Avancé, cogí el telemando y comencé a zapear hasta que encontré un canal que emitía una película antigua, “El hombre mosca”, de Harold Lloyd. Encontrado el canal me senté a su lado para ver la película. Ella, dormida, se giró hacia mi, se acurrucó en mi pecho y me abrazó. La miré y vi que su sonrisa era aún mayor. Yo, disfrutando del momento, decidí seguir durmiendo, pues no era el momento de despertar.

Isidrez

isidrez@isidrez.com

1 comentario

Princesa -

Parece mentira pero creo que me estoy enganchado a leer todos los escritos. Son fabulosos, y lo unico que me apeteces es seguir leyendo. Felicidades lo has conseguido.Besos