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LAS ARENGAS DE ISIDREZ

Regresión

Estos últimos días he vuelto a ser bombardeado por noticias relativas al revival ochentero que estamos viviendo. Esta vez se trata de nuevas exposiciones retrospectivas (Alix, McNamara, Ceseepe …) y por si fuera poco, se prepara para enero del año que viene una serie de conciertos con los grupos que hicieron historia por aquel entonces, entre los que se encuentran Siniestro Total o Glutamato Ye-Ye entre otros.

Ahora que me encontraba yo en fase de regreso al siglo XXI, que empezaba a tomar consciencia de que nos encontramos en el 2006 ocurre esto. El viernes me invitaron a una fiesta ochentera, donde lo más moderno que sonó fueron Los Nikis, Siniestro Total, Parálisis Permanente y La Mode. Al igual que en los viejos tiempos, las copas costaban menos de 5 euros y no era garrafón, me regalaron camisetas del garito en cuestión y hasta una agenda y no solo eso, las chiquillas que allí estaban se fijaban más en mi y en mis viejos “buguis”, que en los guaperas con camiseta de licra ajustada que se pasaron por allí y que estaban totalmente fuera de lugar. Hubo quien me preguntó si siempre me vestía así o lo había hecho simplemente para la ocasión y, coño, ante tal afrenta, no le pude más que contestar que no era una pieza de museo. Al final, todo quedó en una mera anécdota, era de los pocos que se sabía todas las canciones y no estaba calvo y además, tenía yo la noche simpática y con el cerebro rápido.

De repente me di cuenta de algo y me dije: “Ojalá fuera siempre así”. Los ochenta surgieron dentro de mí con más fuerza que nunca y me pedí perdón a mi mismo por haber intentado renegar de ellos. Quizás logre reconciliar el pasado con el presente y quizás vaya en el camino. Es por eso que hace unos meses volví a colocarme el aro en la oreja, de vez en cuando vuelvo a ponerme mis muñequeras con tachas o vuelvo a jugar con mi viejo Commodore 64. Total, no hay nada de malo en ello.

Volví a dar un paso más en mi regresión y hoy cuando me miré al espejo me sentí bien, me sentí joven. Llevaba puestos mis “buguis” que me hacen unos centímetros más altos, unos elásticos negros, una camiseta negra, mi chaqueta “atigrada” de dos botones y mi recién estrenado color rojo en el pelo. Me puse mis gafas de sol y fui a tomarme una cervecita un bar en el centro de Madrid, por donde hacía años que no paraba. Increíblemente, todo seguía igual, los mismos vasos de duralex para las cañas, las gambitas a la plancha igual de deliciosas y algunas caras conocidas de antaño, eso sí, con las marcas del paso del tiempo en sus caras. Tiempo que ha pasado para todos, aunque para algunos más que para otros, aunque no queramos darnos cuenta de ello, pero por ahora, yo no pienso envejecer para poder seguir siendo siempre libre y siempre joven.

Salud!!!

ISIDREZ

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