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LAS ARENGAS DE ISIDREZ

Ubi sapientia, ibi libertas

Últimamente y por motivos no ajenos a mi, por supuesto, he estado bastante romanticón en un par de artículos y es que, aunque parezca mentira, Isidrez también tiene corazón que de vez en cuando amaina esa mala leche verbal y le obliga a tener voz de terciopelo. Pero no todos iban a ser días de vino y de rosas ni canciones de Camilo Sesto a la luz de las velas, antes de ir hacia el lecho recubierto con pétalos de rosas para culminar una noche de pasión

Aunque parezca mentira, la estupidez dominante tiene un avance imparable y los seres humanos se convierten a marchas forzadas en eunucos mentales retroalimentados con fútbol, toros y prensa rosa. No m extraña que en este país baje la natalidad cuando la mayoría de los tíos ponen más pasión y en un Madrid-Barça que en echar un polvo con su mujer, cuando las corridas que despiertan más interés son las de los toros. Señores, un poquito de dignidad y de cerebro. Déjense de ferias taurinas y recuerden que los coños de las vacas son el lugar idóneo para las corridas de toros. Señores, preocúpense más de follar ustedes que de a quien se folla la hija de la marquesa o cuanto le mide al último cubano liada con un vejestorio (no me refiero a Fidel y a Fraga, por si alguno iba por ahí).

Ha llegado el momento de la rebelión, de vencer a todos los necios conjurados contra el genio con el único fin de propagar su necedad más allá de los confines del universo. Tomemos medias drásticas, planes de choque contra esto y hagamos un mundo un poco más inteligente si no queremos volver a someternos al vasallaje feudal, acabemos con el caciquismo con la inteligencia que es la única que nos hará libres. Paremos las obras de Madrid al menos por unas semanitas, antes de que se hunda hasta los confines del averno y los hogares del hombre topo. Digamos sin miedo que no estamos a favor de Madrid 2012 y no por eso somos unos insolidarios. Dejemos de creernos grandes personas porque apadrinamos un niño del tercer mundo, mientras miramos con asco al indigente que tenemos en la puerta de nuestra casa. No tengamos miedo a decir que estamos enamorados y que hemos llorado alguna vez.

Aprendamos a vivir en libertad en vez de creernos que somos libres atados a nuestras cadenas. No tengamos miedo decir la verdad, de luchar por lo que creemos y sobre todo, no olviden que hay muy pocas cosas en esta vida que merecen la pena, pero siempre prestamos más atención a las que no la merecen.

Salud!!!
Isidrez

isidrez@isidrez.com

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